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El registro electoral está plagado de cédulas falsas, dobles identidades, fallecidos y otras inconsistencias

  • mh
    7 de febrero de 2017

Christian Zurita Ron
MilHojas.is
El 31 de marzo de 2016 el plan de auditoría y seguimiento al padrón electoral que el Consejo Nacional Electoral (CNE) había implementado se fue al piso. Ese día el CNE se vistió con su mejor traje y la Secretaría de Comunicación del Estado (Secom) tenía todo listo para predicarle al país su propaganda de un proceso  limpio y transparente para febrero de 2017. Pero la Secom perdió el total control del evento cuando el matemático Enrique Mafla, catedrático de la Facultad de Sistemas de la Escuela Politécnica Nacional, les explicó con pruebas que el padrón electoral estaba inflado con 3,5 millones de electores mas.
En el evento estaban invitados los principales funcionarios y técnicos del Registro Civil, la entidad encargada de proporciona los datos al CNE para la elaboración del padrón. Desconcertados intentaron sacar a la fuerza a la prensa y en medio del caos ensayaron respuestas de todo tipo para explicar por qué el padrón era un verdadero desastre. El siguiente día, 1 de abril, diario Expreso dio pruebas de lo ocurrido y publicó algunas de las justificaciones que dieron los técnicos del Registro Civil: según ellos el padrón electoral estaba dañado por que el llamado error del milenio Y2K, que fue una farsa mundial, dañó las bases de datos.
La realidad es que el registro electoral posee tantos errores que pone en peligro las elecciones de 2017, esas fallas son arrastradas desde la base de datos del Registro Civil que, al parecer, no ha sido depurada a pesar de los cientos de millones de dólares que el Estado ha invertido desde 2009 para la modernización. MilHojas.is realizó un análisis del padrón electoral usado por el CNE para las elecciones de 2013 y detectó graves inconsistencias. Entre los hallazgos suma 17 223 fallecidos incluidos en esos registros; 91 788 cédulas irregulares o falsas incluidas en ese padrón; 4179 ciudadanos con doble cédula.
Fue imposible realizar un estudio del registro electoral que servirá para las elecciones de febrero de este año porque el CNE nunca lo hizo público. Además el estado de propaganda de la Revolución Ciudadana tiene la capacidad de encubrir sus trapos sucios y para evitarse problemas le ordenó al CNE suspender cualquier reunión que permita conocer la verdad. Juan Carlos Intriago, representante de CREO para tratar temas electorales desde hace dos años, aseguró que esas reuniones no podían llamarse auditorias: “En realidad eran mesas de información, nunca existió un proceso de revisión o construcción del padrón, ellos (el CNE) lo hicieron solos y ahora deben enfrentar el escándalo de los fallecidos”.
Enrique Mafla solicitó, ese 31 de marzo de 2016, hacer una auditoria a la base de datos del Registro Civil, tomando una muestra al azar que permita conocer el real estado de los datos. Nunca se consideró su propuesta. “Es una base de datos dañada, no hay voluntad de sanearla y se seguirá corrompiendo”, explicó a este portal.
El silencio duró hasta fines de enero, cuando se conoció, en las redes sociales, que decenas de ciudadanos fallecidos estaban habilitados para votar en las elecciones del 19 de febrero. Entre el sin número de casos denunciados apareció el de los hermanos Andrés y Santiago Restrepo Arizmendi, que se encuentran habilitados para sufragar.  El caso fue comentado en la cuenta de twitter del candidato Andrés Páez, pero el presidente del CNE, Juan Pablo Pozo, hábilmente le dio un giro a este caso y pasó de ser un problema técnico a uno de tipo moral, porque no se debía jugar con la tragedia y la imagen de los hermanos desaparecidos.
En términos prácticos el problema del registro electoral no se encuentra en el número de muertos habilitados para votar. Mil Hojas.is estableció que en las elecciones del 2013 existieron 17 223 fallecidos que estaban enlistados. Esa cifra apenas representó 0.144%  de los 11 931 632 que se registraron ese año. El pasado 31 de enero el presidente Juan Pablo Pozo fue consultado con esos datos en una rueda de prensa en la que estuvo presente el director nacional del Registro Civil, Jorge Troya.
Pozo aseguró que la presencia de fallecidos no alterará en nada los resultados de las elecciones. Fue el gancho para evitar responder por los verdaderos problemas del padrón. El director del Registro Civil se limitó también a explicar los procesos internos de depuración pero jamás respondió por los miles y miles de números de cédula secuenciales e ilegales que son parte del padrón electoral o temas cómo el número empadronados con doble cédula de identidad. Descargue aquí el contenido.
Los números de cédulas perdidos
Néstor Marroquín Carrera llegó al Registro Civil como director de gestión tecnológica en el año 2008, se encargó entonces de la depuración de las bases de datos y descubrió que cientos de miles de números de cédulas estaban perdidos. Luego de su paso por ese cargo presentó una denuncia en la Contraloría General del Estado en la que aseguró que existían 519 000 números de cédula que debían ser anulados porque nunca se entregaron con legalidad. Dice que ese número “significa las cédulas entregadas irregularmente por funcionarios del Registro Civil a favor de todo tipo de ciudadanos que buscaban esconder su identidad o  una situación particular como su estado civil, por ejemplo. Este hallazgo no fue examinado por Contraloría y es de extrema importancia porque se ha establecido que esas identidades forman parte del registro electoral.  

Marroquín, que se presentó en 2016 como auditor electoral del partido Concertación y luego representó a Sociedad Patriótica, es posiblemente el técnico independiente con mayor conocimiento de la condición de los registros civil y electoral. Hoy es candidato a asambleísta por Sociedad Patriótica y como tal goza de inmunidad para hablar sobre ese tema, explica que el Registro Civil tiene una forma de entregar el número de cédula: “Es un algoritmo patentado por IBM que fue adquirido por el Registro Civil con el viejo sistema AS/400. Son nueve números, se compone de dos dígitos que representan la provincia. Los siete  restantes se entrega de forma secuencial, conforme se cedulan y nos da una capacidad de cedular por provincia a 10 millones de personas, es decir en Pichincha o cualquier otra, se tiene la capacidad de cedular a 10 millones de personas. El décimo dígito es un verificador de los números anteriores. Lo que llamó la atención al hacer la depuración de la base de datos en 2009 fue que al verificar la secuencia de los números, estos faltaban y la pregunta que me hice fue ¿Por qué faltan si se entrega secuencialmente?”
Dijo Marroquín que se hizo la investigación y se acudió a los libros fotográficos: “Recordarán que antes para obtener la cédula se llevaba una fotografía que se tomaba en la calle o estudio y esta se pegaba en los libros que contaban con un espacio secuencial para  cada foto y su identidad. Al ir al archivo la sorpresa fue que había espacios vacíos, al preguntar la razón decían que eran números que se llevaron en brigadas de cedulación y que no se usaron y quedaron libres”, cuenta. Marroquín dice que “todos esos espacios secuenciales debieron ser anulados porque cabía una posibilidad que alguien ponga datos en esos registros vacíos”.  De esta forma lograron sus documentos los miembros de las Farc como Nubia Calderón,  Simón Trinidad, Rodrigo Granda, Oliver Solarte” que aún siguen en el padrón”.

Estos nombres, como otros, se hallan en este gran hueco de números secuenciales faltantes. Mil Hojas tomó todos los números de cédula de esa característica denunciados por  Marroquín en Contraloría y los cruzó con el registro electoral del año 2013.  Los resultados arrojaron  91 788 números de cédulas desaparecidos pero presentes en ese padrón. Números de cédula secuenciales denunciados y presentes en el padrón 2013 VEA AQUÍ ESA LISTA
Esto fue consultado públicamente al presidente del Consejo Electoral Juan Pablo Pozo: ¿Cuántos números secuenciales de cédulas de Identidad no reconocidas por el Registro Civil están en el padrón electoral?
Pozo no respondió la inquietud. El llamado a contestar era el director del registro civil, Jorge Troya, pero redujo todas las acusaciones a un problema de fe: “crean en nosotros”.
Mil Hojas.is además identificó 1,2 millones de ecuatorianos vivos que no constan en el registro electoral ¿Cómo explicarlo? ¿Dirán que se trata de migrantes?
Vicente Almeida, encargado del control electoral del Partido Social Cristiano, en charla telefónica con este portal ratificó que el registro electoral que les entregó el CNE para su revisión era una lista de nombres sin números de cédula.  ¿Cómo una organización política puede revisar la calidad del padrón electoral y hacer análisis si no posee el número de cédula?
Las autoridades se han rasgado las vestiduras para asegurar que el padrón está mejor que nunca y dirigieron sus críticas contra el matemático Enrique Mafla, que fue el primero en hacer un análisis basado en el censo de población.
Mafla utilizó los datos de los registros de electores utilizados en la consulta popular de 2011 más las elecciones de febrero de 2013 y 2014 con los correspondientes datos del censo electoral referencial, calculado con los datos estadísticos de población y migración que produce el Inec. Los resultados indicaron un exceso de electores del 25,4% para la consulta del 2011; 26,7% para las elecciones del 2013  y 27,3% de electores para las del 2014, esta última elección marcó en  2 179.369 electores más. (Lea el informe aquí)
Su conclusión fue: “El CNE debe presentar pruebas concretas, técnicas, objetivas y transparentes sobre el estado real del registro y padrones electorales. Estas pruebas deben incluir la auditoria de todos los  procesos involucrados en la elaboración del registro y padrones electorales, desde la entrega de la base de datos por parte del Registro Civil hasta la publicación de los mencionados registros y padrones”.
La Revolución Ciudadana cambió las dinámicas de transparencia que de a poco se imponía en el Estado hasta 2007, hoy la opacidad les provoca otro damnificado: Juan Pablo Pozo, que aun no comprende la gravedad para la democracia no contar con un padrón abierto y transparente.