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Mario Ruiz: ‘Debemos estar preparados’

  • mh
    16 de junio de 2016

673 fallecidos, 9 desaparecidos, 113 personas rescatadas con vida, 6.274 heridos, 28.775 damnificados viviendo en albergues y 6.998 edificaciones destruidas evidencian la magnitud de la tragedia provocada por el terremoto de 7.8 grados en la escala de Richter ocurrido el pasado 16 de abril de 2016 (16A) en la franja norte de la costa ecuatoriana, con epicentro en las provincias de Manabí y Esmeraldas. 
Desde ese trágico 16A, según reportes del Instituto Geofísico de la Politécnica Nacional (IGPN), se han producido 1.570 réplicas, ocho de las cuales han sido mayores a 6 grados. Sin embargo, el 18 de mayo, dos nuevas réplicas, la primera de magnitud 6,8 se registró en la madrugada y otra de igual intensidad a las 11:46. Aunque de inmediato el Instituto Oceanográfico de la Armada (Inocar) descartó un tsunami, el pánico volvió a apoderarse de la población, que aún tenía fresco el impacto del del 16A.
En el país, solo dos sismos han sido más fuertes desde enero de 1906: En esa fecha se produjo un terremoto-tsunami de 8,8 grados frente a las costas de Tumaco, en la frontera con Colombia. Ochenta y un años más tarde, el 5 de marzo de 1987, otro terremoto de 8 grados golpeó Manabí. 
Eso quiere decir que Ecuador es vulnerable a sufrir temblores y terremotos. Establecer la intensidad de un sismo e informar a las autoridades y a la población la magnitud de cada evento es un asunto técnico complejo. 
Ante las críticas al IGPN manifestadas sobre todo en redes sociales tras las cifras preliminares y definitivas comunicadas por el organismo, MilHojas.is dialogó con su director Mario Ruiz, a fin de aportar con un análisis que permita entender su trabajo y, sobre todo, estar mejor preparados para afrontar situaciones de emergencia que se pueden presentar en cualquier momento.
Por ejemplo, tras la réplica de la madrugada del 18 de mayo, el Instituto reportó tres magnitudes: la primera de 7.1 grados a las 02:57:01, la segunda de 6,8 grados un segundo más tarde, y la tercera de 5,7 grados a las 03:00:43. 
Según el experto, los reportes del Geofísico son técnicamente emitidos dentro de un protocolo de 12 a 15 minutos después del evento establecido con las autoridades y que es uno de los más rápidos de la Región. 
También advierte que las réplicas se mantendrán seis o siete meses más y, dado que en ningún país del mundo la ciencia ha desarrollado todavía un sistema sismológico de alertas tempranas, lo adecuado es tomar medidas de precaución en la casa, en el trabajo y en todo lugar. 
De forma simultánea, es indispensable desarrollar normativas que obliguen a construir edificios sismo resistentes y establecer políticas públicas efectivas para que los servicios de protección civil actúen lo antes posible después de un movimiento telúrico para así mitigar su impacto. 
 
¿A qué se debe la diferencia entre el primero y el segundo anuncios de la magnitud del sismo del 16 de abril del 2016 y de las réplicas del 18 de mayo por parte del IGPN? ¿Cómo se mide la magnitud de un sismo en la escala de Richter?
El Instituto tiene un protocolo en base al cual hace el análisis de los sismos y el envío de la información. Dentro de ese protocolo damos una información preliminar que luego se va modificando. Eso se hace para balancear porque primero queremos tener la información rápida y luego la completa. Para en el informe rápido publicamos datos preliminares que contienen el análisis de los primeros arribos, de las primeras porciones del sismograma que llegan a las estaciones más cercanas. No esperamos que las ondas lleguen a todas las estaciones sísmicas porque eso retrasaría nuestro reporte. Apenas tenemos un número suficiente de porciones mandamos el primer informe.  
¿Cómo es el proceso desde que empieza hasta que termina un sismo? 
El movimiento primero es detectado por las estaciones sísmicas que están en el campo y en las estaciones que están más cercanas al epicentro. Apenas tres estaciones detectan un sismo, automáticamente la máquina empieza a calcular dónde está el epicentro y cuál es su magnitud. Conforme aumenta el número la máquina va haciendo cambios o ajustes. Cuando las ondas llegan a 10 estaciones y satisface un cierto criterio de calidad, se emite el primer informe al Instituto y al público. Después esa información es analizada por un analista, quien verifica que la máquina no haya confundido el ruido. 
¿Por qué puede confundirlo? 
Por ejemplo, si pasa un carro crea una vibración, si un árbol es movido por el viento crea otra vibración. La máquina se confunde, no distingue, solo registra si han un incremento importante. Si hay un sismo en un volcán, es otra cosa. La máquina solo reconoce que hay un cambio y lo localiza. El analista revisa todas esas señales. Podemos tener 100 señales de un sismo, razón por la cual no podemos emitir un informe muy rápido. El analista tiene que desplegar las 100 señales y determinar cuáles son sísmicas y el sitio en el que están localizadas. 
¿Cuánto dura este proceso? 
Normalmente siete minutos, pero es variable porque depende del número de estaciones. Si es un sismo grande llega a toda la red y podemos tener cien estaciones. 
¿En cuánto tiempo? 
La velocidad a la que se propagan las ondas normalmente es de siete kilómetros por segundo. Una vez que la computadora toma las señales y detecta los cambios de amplitud, hace correr un algoritmo que hace una búsqueda con miles de puntos y establece los residuos entre los tiempos observados y los tiempos calculados. Una vez que va comparando los residuos va encontrando dónde la solución del proceso está más ajustada. Ahí cambia a una definición con más detalle. Es decir que el espaciamiento ya no es de un kilómetro si no de 10 metros entre los puntos y comienza nuevamente a buscar la mejor solución. Ese proceso, así sea automático, toma unos dos o tres minutos y la máquina lo hace cientos de veces. 
¿Cuándo la máquina diferencia un sismo pequeño de un grande? 
Si es un sismo pequeño el analista revisa 20 señales, si es grande revisará cien. Por eso los tiempos varían. Por ejemplo, en una de las réplicas del 18 de mayo tuvimos un sismo y menos de un minuto más tarde tuvimos otro. Ahí hay que ser más cuidadosos con el procedimiento. Normalmente se puede indicar que 8 minutos después del sismo el analista manda la información y mandamos esa información con confirmado o revisado manual a las instituciones, con prioridad a la Secretaría de Riesgos y al Inocar. También podemos actualizar la magnitud que está en Facebook y en Twitter. 
¿Quiere decir que el Geofísico no puede informar directamente a la ciudadanía la magnitud de un sismo, tiene que pasar primero a esas entidades? 
No, lo hacemos simultáneamente. Luego de unos 10 minutos, cuando la mayor parte de las ondas sísmicas han sido registradas, la máquina hace un nuevo proceso en el que básicamente filtra, deja solo las muy bajas frecuencias y hace lo que llamamos la inversión de un modelo para determinar el tamaño del sismo para que genere las ondas que se observan en los componentes de toda la red. 
Según normas internacionales ¿hay un tiempo determinado o prudencial entre el momento de un sismo y el primer reporte de su magnitud por parte de organismos como el Geofísico? 
Cada país tiene sus propios tiempos de acuerdo con el tipo de red. Quizá nosotros estemos entre los más rápidos. Lo que le puedo decir es que en Estados Unidos los reportes de las primeras estaciones de servicio sismológico llegan 15 minutos después. Eso que ahora ellos están utilizando parte de la información que nosotros mandamos. 
Pero en el terremoto del 16 hubo muchas críticas porque las primeras noticias del sismo salieron por medios de comunicación internacionales. 
Claro, pero eso ocurrió porque la red de Internet, la red de telefonía celular y parte de la convencional colapsaron. Nosotros teníamos la información pero no los canales para comunicar. Algo se alivió cuando pudimos poner la información en Facebook y en Twitter. La población que estaba afuera podía acceder a la televisión por cable Después de que el Instituto capta una suficiente porción del sismograma a través de las ondas de mayor amplitud, que son las más superficiales y las más lentas, cosa que puede tomar de 10 a 12 minutos, se hace una inversión que se le llama y se busca la mejor solución para obtener la magnitud mw, que es la más confiable en estos casos. Por lo tanto, nosotros hemos establecido que a los 15 minutos podemos reportar la magnitud mw. 
¿Qué es la magnitud mw? 
Es la magnitud de momento sísmico, es un tipo especial. Esa información se actualiza y enviamos nuestros informes a la población y a las autoridades. Podemos calcular esta magnitud antes para reportar dentro de los primeros 12 minutos. Pero si hay una complicación como la del 18 de mayo, de tener dos sismos seguidos, con poco tiempo entre ellos, el cálculo matemático puede tomar un poco más de tiempo. Pero digamos que 15 minutos es nuestra propuesta de protocolo. 
¿Por qué la diferencia entre los reportes y los definitivos, al punto que el Instituto puso un boletín en el que explica esa situación? 
Eso se debe a que las primeras localizaciones se hacen con la primera parte del sismograma que puede durar 20 minutos. Si yo quiero informar solo la magnitud definitiva tengo que esperar 15 minutos, pero la población pasaría ese tiempo sin conocer la magnitud de un sismo. Sobre esto hemos conversado con las autoridades y les hemos dicho que necesitamos un protocolo porque a los tres minutos nosotros podemos tener una magnitud, pero es preliminar.
¿Por qué? 
Porque el método que calculamos, la parte del sismograma que está disponible en esos tres minutos corresponde a las primeras ondas. Por eso es que la magnitud es preliminar, porque va variando. 
¿Es decir que mientras más rápido se informe la magnitud preliminar, más diferencia puede haber con la definitiva? 
Exacto. Porque la cifra definitiva va a tardar unos 15 minutos. Yo prefiero dar una información más rápida, pero aclarando que es preliminar, para que sirva de referencia para la población y las autoridades. Al comienzo, si utilizamos solo una parte del sismograma, si se trata de sismos pequeños no hay problema pero, si son grandes, vamos a subestimar su magnitud definitiva. 
¿Qué prefiere usted, tardarse más e informar una magnitud más cercana a la realidad o dar la preliminar e irla ajustando? 
Eso les hemos explicado bien a las autoridades y les hemos preguntado si quieren una información rápida, que puede tener errores pero puede servir de referencia, o quieren que nos demoremos el tiempo suficiente para sacar un valor mucho más confiable. 
¿Han entendido eso las autoridades? 
Han entendido que se tiene que trabajar con esas diferencias: con una magnitud que es preliminar y se va ajustando. Mire, los compañeros hacen algo que demanda esfuerzo porque cada vez que la marca recibe más señales comienza a hacer un nuevo cálculo. De tiempo en tiempo los compañeros hacen ajustes y mandan esas soluciones y mandan los informes por Facebook y Twitter. A veces se mal interpreta esto y reclaman que por qué están cambiando. Lo hacemos porque es un proceso natural y van llegando más señales a las estaciones y la magnitud es un promedio de los valores obtenidos en todas las estaciones, pero el promedio es diferente si se obtiene de 5, 10, 20, 50, 80 o 100 estaciones. Va cambiando ese valor. 
¿Más estaciones es lo óptimo? 
Claro, la magnitud más confiable resulta de más estaciones, cuando el valor estadísticamente es más confiable. 
¿Cuántas estaciones hay en el país? 
Cien. 
¿Eso es lo óptimo o se necesitan más? 
Eso es como preguntarle a un médico cuántos quirófanos es lo óptimo, el médico le dirá: mientras más, mejor. Debo decirle que ahora tenemos 100 estaciones de banda ancha, hace 10 años solo una. Entonces hemos hecho un esfuerzo bien grande. Si me dice que vamos a tener mil, yo le digo excelente. 
¿Cuánto cuesta cada estación? 
Es preferible no dar el valor, pero cuesta mucho dinero 
¿Está el Geofísico bien equipado? 
Creo que somos la red sísmica más densa de América Latina. Brasil seguramente tiene más estaciones, pero es un país mucho más grande. Tenemos otra ventaja que es contar con un sistema automático que procesa la información. Es muy robusto y confiable. 
¿Ese es el que mide la escala de Richter? 
Originalmente la escala de Richter estaba calculada para determinar la magnitud ml con un tipo específico de sismógrafo: los Wood Anderson, que hacían el cálculo y daban la magnitud. Esos ya no existen en el mercado. Ahora usamos equipos mucho más sensibles para hacer una analogía con la magnitud de Richter y calculamos la magnitud ml y la mv. Con otra parte del sismograma obtenemos las ondas de cuerpo, las p y las ondas s.  
¿Qué significa cada magnitud? 
La mv es la de ondas de cuerpo, la ms la superficiales y la mw es la magnitud del momento sísmico. Entonces, determinar una magnitud no es un proceso trivial. Primero tenemos que calcular todas las magnitudes locales posibles, que pueden ser 30, 40 o 50, hacemos una estadística, sacamos los valores atípicos y promediamos los valores. Hacemos lo mismo con las mv y las ms y después sacamos un promedio de todas para sacar un valor de magnitud. Luego, cuando tenemos el mw reemplazamos e informamos el nuevo valor. 
¿Qué otros países tienen ese mismo sistema de medición magnitudes preliminares y finales? 
Varios países en el mundo, entre ellos el observatorio de los japoneses. Ellos, a los pocos minutos de un evento publican la magnitud preliminar. En el último sismo que hubo en el sur de ese país, reportaron una magnitud preliminar de 6,3, pocos minutos después la subieron a 6,6 y la final fue 7,2. Entonces eso que nos pasa y por lo que a veces somos objeto de la crítica fuerte de las personas, pero pasa también en Japón. La diferencia es que allá están mejor preparados y conocen que las magnitudes preliminares pueden ser corregidas. 
¿Hay un margen de diferencia razonable? 
Si, 0,3 es un margen común y establecido a nivel mundial. No olvidemos que con sismos grandes. Con sismos grandes se pueden dar márgenes mayores. Le invito a revisar lo que pasó en el terremoto del 12 de marzo de 2011 en Japón. Ahí primero sacaron una magnitud de 7.8 y el sismo terminó con una magnitud de 9 grados. Si eso pasa en Japón, que tiene una red de más de 4.000 estaciones sísmicas. Imagínese lo que puede pasar aquí. 
Hay que educar a la población. Por eso Mil Hojas solicitó esta entrevista, para entender y estar mejor preparados ante cualquier situación. 
Los científicos de todo el mundo buscan la forma de encontrar un método que permita dar una magnitud confiable con las primeras ondas que llegan a los sismógrafos. Esa investigación es complicada. Algún rato quizá lo logren.? 
¿Cómo está trabajando la Red Nacional de Sismógrafos (RENSIG)? ¿Están todos están operativos e intercomunicados? 
Tenemos varios métodos de comunicación, pero siempre hay problemas, no es fácil mantener la red funcionando al cien por ciento, porque los sismómetros van atados a digitalizadores, que en realidad son computadoras. Después pasan la información a un sistema de radio, desde donde son transmitidos. Mire los puntos que pueden haber de fallas. Normalmente, estas estaciones o computadoras están localizadas en el campo, a veces sufren variaciones de temperatura importantes. Tener una computadora trabajando a tiempo completo y en las mejores condiciones posibles no es fácil. 
¿Está o no operando bien la red y cuántos sismómetros tiene? 
Si está operando bien. La red nuestra tiene 130 estaciones sísmicas y 100 estaciones de banda ancha. 
¿Todas están operativas? 
No todas, entre el 80 y 90 por ciento, porque una computadora puede apagarse y tenemos que viajar en lancha a la estación para arreglarla. Lo que siempre tratamos de hacer es que las estaciones más importantes funcionen siempre. Otro punto delicado es la alimentación de la energía de la computadora. Normalmente tenemos un sistema de baterías que está conectado a paneles solares. Es lo más confiable que hay. A veces ocurre que no reciben carga porque hubo tres semanas nubladas, eso provoca que disminuya el voltaje y que la computadora se apague. En ese caso tenemos un sistema automático porque si la computadora empieza a trabajar con bajos voltajes, puede dañarse. Otras estaciones, en el Cotopaxi por ejemplo, pueden ser afectadas por la caída de ceniza. Ahí toca limpiar a diario, porque no podemos pasar con la estación sin funcionar. Otro problema que tenemos es que las estaciones tienen antenas que están bien sujetas, pero puede haber vientos que mueven y cambian la orientación de la antena y dejamos de recibir la señal. Entonces tenemos que enviar un equipo técnico para que revise. 
¿Qué tipo de transmisión tienen los sismógrafos que están en la costa del Pacífico? 
A fin de no depender de un solo sistema, tenemos varios tipos porque consideramos que todo puede pasar, así que diversificamos las vías. A las estaciones más importantes las tenemos con transmisión satelital, otras vienen por microonda, pero es muy cara y lo que hacemos es mandar a un nodo y de ahí utilizamos la microonda cuando mandamos paquetes de 15 a 20 estaciones. Como cada estación tiene tres componentes serían 50 trazas y las mandamos en un solo paquete. Otras estaciones las mandamos a través de fibra óptica y otras con enlaces de radio directos.
¿Cuál es la diferencia entre los modos de transmisión sugerida, satelital, transelectric, CNT, red IG y qué otro tipo de formas de transmisión tienen? 
L
o recomendable es diversificar los medios de transmisión.
¿Cuál es el rol de la red nacional de acelerógrafos? 
Tiene dos funciones. La primera a es medir el nivel de sacudimiento del terreno en las ciudades a causa del sismo. La segunda aplicación para otro grupo de acelerógrafos permite cuantificar cómo se atenúan las ondas según la distancia. Ahora usamos ecuaciones que están disponibles a nivel mundial, pero queremos obtener con nuestros propios datos y en base a nuestra sismología nuestra propia ecuación.  
¿Qué hace falta para que la obtengan? 
De que tengamos más temblores. 
Uy, entonces mejor que no la tengan… 
Esa es la realidad, porque la ecuación tiene que ser confiable a diferentes valores de magnitud. Desde que instalamos la red, el del 16 de abril es el primer sismo con una magnitud mayor a 7.1. Por tanto, tenemos que esperar más tiempo y mayor número de eventos para tener una ecuación propia. Hay que trabajar para eso. 
¿Está el IGPN preparado y equipado para lograrlo? 
Tenemos una red de 100 acelerógrafos, la mayoría está en ciudades y otros en roca, que serán destinados para realizar lo que se llamaba ley de atenuación y ahora es la ecuación de predicción del movimiento del terreno. ?  
¿Eso permite advertir que va a ocurrir un sismo?
No, eso indica cómo va decayendo la amplitud de las señales sísmicas con respecto a la distancia. Hay una tesis de grado sobre esto en la Politécnica y estamos trabajando con colegas franceses en el tema. La red fue instalada hace unos cinco años y se requiere trabajar durante algunas décadas para tener una ecuación robusta y muy confiable. La única forma de lograrlo es ir recogiendo los datos que tenemos.
En agosto del 2014, la exsecretaria de Gestión de Riesgos, María del Pilar Cornejo, anunció una inversión de $6 millones en equipos para que el Instituto Geofísico del Ecuador realice estudios sobre la sismicidad y la detección de los mismos. ¿Se concretó esta inversión? 
No se concretó. Quizá se refería a una inversión para atender el tema del Cotopaxi. La Secretaría nos atendió en unos requerimientos que necesitábamos de urgencia. 
¿Cuánto se concretó de ese monto? 
Una pequeña cantidad. Eso mejor le pregunta a ella. Lo que yo le puedo decir es que el apoyo de la Secretaría no llegó a esa cifra.
¿Qué función cumplen las 12 nuevas estaciones GPS de alta precisión instaladas en la zona costera ecuatoriana, luego del terremoto del 16 de abril pasado, con colaboración de IRD (Instituto de Investigación para el Desarrollo, por sus siglas en inglés)?
El Instituto tiene una red de GPSs de alta presión. Con ellos lo que vamos a hacer es densificar, es decir colocarlos en zonas que no tenemos cubiertas. Eso nos permite estudiar qué pasa abajo con las placas en base a las deformaciones que se puede medir en superficie. Eso es importante y nuevo, son métodos que se están aplicando en los últimos cinco años a nivel mundial. Para ello tenemos el apoyo del IRD que trabajan con nuestros colegas del Geofísico. 
¿Por qué hizo falta incrementar estos equipos, en qué ayudan? 
Por ejemplo podemos ver las zonas que están más acopladas, donde las placas están más ajustadas unas con otras. Hay estudios que dicen que las zonas donde están más acopladas son más proclives a producir sismos. Es como si tuviéramos un bloque sobre otro, mientras más les friccionemos uno con otro y más ajustados están, hay más presión.  
¿Cuáles son las zonas más proclives o con mayor riesgo en Ecuador? 
Yo no digo con mayor riesgo, ese es otro concepto. Hay varias zonas con mayor acoplamiento: una está frente a las costas de Tumaco, en la frontera con Colombia; otra frente a Puerto López y otra entre Atacames y Esmeraldas.  
¿Era posible determinar algún mecanismo de alertas tempranas sobre la ocurrencia del sismo del 16 de abril? 
No. Lo que podemos es prevenir sobre lo que puede ocurrir a largo plazo, pero no podemos establecer cuándo va a pasar. Ya hemos tenido casos desafortunados cuando los sismólogos han hecho ese tipo de predicciones. No es posible porque hay muchas variables y conocemos las principales, pero no todas.  
¿Cree usted que la ciencia creará algún día un mecanismo de alerta sismológica temprana? 
Estados Unidos lanzó un programa para el pronóstico de sismos en la falla de San Francisco, que es una zona con alta sismicidad. Después de trabajar 20 años en ese objetivo científico, la Fundación Nacional de la Ciencia de ese país dejó de apoyar ese proyecto porque consideró que no estaban en capacidad de buscar un método que permita predecir erupciones. Quizá se vayan encontrando cosas más adelante, pero no veo que en un futuro cercano eso sea posible.
¿Desde cuándo están investigando el tema de la subducción de la placa de Nazca debajo de la placa continental? 
Los primeros estudios vienen desde el aparecimiento mismo de la tectónica de placas, en los años Setenta. El estadounidense Peter Clomsley hizo el primer trabajo sobre la zona de subducción; luego otro norteamericano Peninton y en los Ochenta, sismólogos de fama mundial estudiaron la zona de subducción frente a nuestras costas. El Instituto Geofísico tuvo su primera red en 1988. Al poco tiempo de tener los primeros aparatos comenzamos a instalar ?estaciones de período corto en la Costa. En esa época era lo más avanzado en tecnología. Para 2008 presentamos un proyecto para poner instalaciones de banda ancha y en 2011 terminamos de instalar esta segunda generación de estaciones en la Costa, para estudiar la zona de subducción. Desde entonces trabajamos con los franceses.  
¿Qué es la subducción? 
Es el hundimiento o zambullimiento de la plaza oceánica nazca, que es más pesada, debajo una placa continental, que normalmente es liviana y tiene menor densidad.  
¿Eso causa los temblores y terremotos? 
Si, ese rozamiento es el que provoca que se acumule energía, la misma que se libera cuando se producen los sismos. 
Después de las dos réplicas del 17 y 18 de mayo, que nos pusieron los pelos de punta a todos, ¿qué escenario tenemos, puede decir usted si ese rozamiento permitió liberar toda la energía y podemos estar más tranquilos? 
No podemos decir eso todavía. Nos hace falta algún tiempo para que las placas se sigan reajustando. Lo que hemos informado es que el número de réplicas irá disminuyendo. La mayoría pueden ser de magnitudes menores a 5 grados y, en casos muy especiales, mayores a 6 grados. 
¿Cuánto tiempo pueden durar esas réplicas? 
Meses.
¿Cuántos meses? 
De seis a siete meses, debemos estar preparados.
¿Nuevas réplicas fuertes y otro terremoto como el del 16 de abril pueden ocurrir en cualquier momento? 
Podría ocurrir otro sismo pero seguramente no en la misma zona, sino en una zona cercana o aledaña. 
¿Es decir que los epicentros pueden estar en Santa Elena, El Oro, Guayas. Nada se puede descartar?
Puede ser, nada podemos descartar.
Conocemos su detallado trabajo en el tema volcánico, ¿también cuentan con un mapa de riesgo sísmico de la zona de la costa del Pacífico del Ecuador? 
El trabajo del Instituto es hacer mapas de peligro, no de riesgo sísmico.
¿Cuál es la diferencia? 
La diferencia es que el riesgo cuantifica la probabilidad de pérdidas materiales en base a metodologías especiales. El peligro es la probabilidad de ocurrencia de eventos. Nosotros hemos hecho el cálculo de la probabilidad de tener aceleraciones sísmicas en el país. Algunas generaciones de estudiantes de Ingeniería hicieron como tesis el mapa de peligro sísmico del Ecuador. (muestra los mapas elaborados por los estudiantes). 
¿Cómo es la relación del IGEPN con la Secretaría de Gestión de Riesgo y con el IRD? 
El Instituto es un organismo de apoyo científico-técnico de la Secretaría. Tenemos un convenio por medio del cual nosotros les informamos los resultados de nuestras actividades. Siempre tratamos de mantener una buena relación.