Christian Zurita Ron
Mil Hojas
La mañana del 19 de febrero Nicolás Saavedra descubrió que había sido removido del cargo de secretario de mesa por órdenes de dos coordinadores electorales de nacionalidad cubana y venezolana. Sucedió en el colegio Letort, en una zona residencial del norte de Quito. El estudiante de la Universidad San Francisco, que llegó hacer su trabajo antes de las 7 de la mañana, afirmó en una declaración para Radio Centro, que su mesa se había instalado a las 6.30 am. “Los dos coordinadores, uno venezolano y otro cubano, habían cerrado las mesas sin que lleguemos los vocales principales, las mesas las llenaron suplentes y no nos dejaron firmar nuestra asistencia e incluso quisieron impedirnos la votación”, dijo.
Muchos de los cubanos y venezolanos habían sido identificados días atrás en el centro de control electoral que el CNE posee en la Avenida de la Prensa, frente a la base aérea del norte de Quito, entonces se hablaba de una partida presupuestaria especial que cubría los gastos de seguridad a cargo de extranjeros.
Eran preocupaciones que se sumaron a la serie de denuncias de fraude que se habían posicionando desde mediados de enero, con los muertos registrados para votar pero sobre todo por las miles de cédulas falsas presentes en el padrón (números de cédulas inexistentes en Registro Civil pero registradas para votar).
Para entonces se conocía la estrategia: el exit poll de Santiago Pérez sería anunciado a las 17h00 en los cuatro canales que maneja en gobierno y luego sacramentar los datos a favor del Lenin Moreno, con los resultados del conteo rápido que contrato el Consejo Nacional Electoral. Todo funcionó a la perfección hasta las 19h30 cuando los matemáticos de la Escuela Politécnica Nacional estabilizaron la muestra de su conteo rápido. La Politécnica fue contratada por el Consejo Nacional Electoral por $90 000 para ese trabajo y levantaron sus datos sin restricciones. A esa misma hora cientos de voluntarios de Participación Ciudadana luchaban contra delegados del CNE, la policía y el ejército que les decía no podían estar presentes en los conteos de votos. Pese a que obtuvieron la autorización del CNE esa organización civil era impedida de trabajar y fue la única con independencia para llevar resultados certeros.
Eran las horas críticas, los resultados del conteo rápido de la politécnica no beneficiaban a Lenin Moreno como ganador en primera vuelta, no daban los números para alcanzara el 40% de la votación para ser presidente y por esa razón Pozo no hizo públicos. Se sabe que hubo una lucha por ajustar las cifras de la politécnica con el exit poll de Santiago Pérez que daba ganador a Lenin Moreno.
El conteo rápido de la EPN fue un misterio. El matemático Luis Horma, quien estuvo a cargo, explicó a sus colegas, de forma reservada, de una cláusula de confidencialidad en el contrato, una práctica común del CNE que en nada se compadecen con la transparencia a la que está obligado.
Horas antes de los resultados los matemáticos de varias organizaciones académicas, políticas y sociales habían solicitado permiso para una auditoría del sistema de escrutinio, del software que procesa las actas y saca resultados. Se trata de siete archivos que nadie los pudo examinar y conocer si su sistema de conteo era el correcto.
El CNE se lavó la cara asegurando que ese control se había realizado en la mañana del domingo, pero el pedido de auditoría era para el mismo momento de conteo en la tarde ¿En qué momento entonces se puede probar el correcto conteo de votos si no es in situ? El objetivo era comprobar que el programa no modifique el conteo y fue el propio Diego Tello, jefe nacional de procesos electorales, que les negó la auditoria. Él escribió un correo que les dijo: “Considerando que no es recomendable interrumpir el proceso de escrutinios, el requerimiento de “Control de calidad de la autenticidad del hash, aleatorio a partir de la 17h00, del servidor y una visita a un Recinto de Transmisión y Publicación de Actas”, solicitado, no es pertinente realizarlo, evento que sería ejecutado como una revisión post electoral”.
Enrique Mafla, matemático de la politécnica y experto electoral, sostiene que las auditorías al sistema de transmisión de actas y escrutinios son una burla. “El equipo auditor está conformado por empleados del CNE y el jefe es Diego Tello, que es el brazo ejecutor de las maniobras en los procesos electorales. El día 19 a las 11h00 se acordó con el auditor del CNE realizar un control de la integridad y autenticidad del software de escaneo, escrutinio pero a partir de las 17h00 Tello prohibió dicho control”.
Tello es el hombre clave y solo rinde cuentas a sí mismo.
Mientras intentaban cuadrar las cifras de votos con los datos de Santiago Pérez llegaron los resultados de Participación Ciudadana y así martillaron el primer clavo en la cruz del CNE. El anuncio del 38.8% (con el 1% de error) a favor del Lenin no le alcanzaba para la presidencia. Ruth Hidalgo, directora de esa organización, fue enfática en asegurar una segunda vuelta. Sus datos seguramente impidieron le impidieron a Moreno entrar a Carondelet por la puerta trasera.
Ya eran las 21h00 y Alianza Pais, con Rafael Correa y Lenin Moreno, decidieron usar los votos faltantes de Manabí para ganar en primera vuelta. Mientras el conteo nacional cada provincia estaba en el 80% de escrutinio, las actas de la provincia de Manabí venían rezagadas y estaban contabilizadas apenas el 20%.
¿Por qué se atrasó el ingreso de los votos en Manabí? ¿Ajustaban los resultados?
A las 6h00 del lunes 20 de enero el escrutinio continuaba detenido cerca del 90% pero media hora después la página web del CNE redujo el porcentaje al 88%. Ninguna autoridad explicó la razón de ese cambio, se desconoce si sacaron actas impugnadas, además no existe un sistema de registro público sobre estas anomalías. El CNE carece de un sistema de open data que permita realizar análisis inmediatos de las actas digitalizadas por parte de académicos, organizaciones políticas y sociales. No hay manera de saber cuándo ponen o quitan algo del sistema.
De hecho la página del CNE no permite opción alguna de bajar la información y para evitar obtener cualquier tipo de filtración colocaron el sistema anti spam llamado recaptcha, que genera frustración e incomodidad. Todos los interesados en revisar los datos deben someterse a la prueba de no ser robots, cuando justamente lo que se requiere son aplicaciones de software para bajar con agilidad los datos y analizarlos. En las elecciones del 2014 muchos técnicos lograron descargar las actas para su análisis, ahora eso fue imposible.
Las acciones de control empeoraron por la falta de entrega de lo que se llama “archivo plano”, que es un fichero con todas las actas digitalizadas de todas las mesas electorales del país de forma detallada. Es decir, si el CNE no entrega esa información todo reclamo se hace prácticamente a ciegas ya que no hay forma de contrastar las actas que constan en el sistema. El CNE les dio una tarea imposible a los actores políticos y esa opacidad solo puede llamarse fraude.
El tema fue denunciado por César Monge, dijo a todos los medios el 20 de febrero: “Estamos preocupados porque lo que me ha entregado (el CNE) basura, me ha entregado un archivo donde en ciertas celdas donde deben estar los votos están ingresado fechas, es decir, es un archivo inservible”.
Sin esa información no se permite realizar control electoral. Sin ella no puede analizarse qué pasó en las juntas receptoras del voto, no puede conocerse las tendencias que generan las cifras de las actas escrutadas.
Sin embargo la sociedad podía jugar con los números que el CNE fue entregado a cuenta gotas luego de escrutados más del 90%. La Universidad Espíritu Santo lo explicó con claridad meridiana: contados el 95,7% de los votos la tendencia a favor de Moreno era como máximo 4 de cada 10 votos y para llegar a más del 40% (en el último tramo) requería cambiar la tendencia a 6 de cada 10 votos, una tendencia imposible de lograr.
Contado los votos en Manabí nada cambió a favor de Moreno, entonces intentaron ir a las actas con inconsistencias, hasta entonces se había informado que el 10% de ellas tenían problemas y que serían contadas manualmente en cada junta provincial. Es curioso que siendo un proceso controlado por Rafael Correa, con un Consejo Nacional Electoral nombrado por Rafael Correa. Con un presidente seleccionado a dedo por el propio Rafael Correa. Con un presidente del Tribunal Contencioso Electoral, que es parte del círculo íntimo de Correa, cuestione la idoneidad de los comicios.
El mismo grupo de técnicos que previamente a los comicios analizó con milhojas.is la calidad del padrón, a partir del día 19 analizaron el conteo de votos e identificaron una anomalía en la tendencia de crecimiento de Lenin Moreno. Esta se dio a las 22h00 del lunes cuando se había escrutado el 90% de votos y Lenin pasaba del 39.08% a 39.18%. “Colocamos en una tabla en Excel el porcentaje total escrutado y el porcentaje de votación de cada candidato. Luego se pone en un grafico de líneas y se calcula regresión lineal, el resultado es que se observa un cambio drástico en la tendencia de crecimiento de Lenin Moreno. “Se mira como una grada y es totalmente anómalo porque debía ser una transición más suave”, explicaron.
¿Razones para ello? Tal vez escrutaban sectores con baja votación y de repente ingresó información de zonas más pobladas o simplemente observaron que la tendencia de crecimiento empezó a bajar y decidieron compensarla de alguna manera.
Pero la auto convocatoria a las sedes del CNE desde la noche del domingo en Quito y luego Guayaquil pudo cambiar cualquier estrategia. Si el régimen calculó que era fácil bloquear la segunda vuelta no tomó en cuenta que cientos de miles de ecuatorianos en calles y redes sociales convirtieron en su tarea personal el luchar contra lo que consideraron un fraude. Al reclamo de la ciudadanía se debieron sumar todos los integrantes de las tiendas políticas sin distingo de ideología.
El martes a las 2 pm fue el propio Juan Pablo Pozo que aceptó indiscutiblemente una segunda vuelta electoral, luego de ese anuncio fue reprendido públicamente por los militantes de PAIS. El primero fue Moreno, que en su cuenta de tuiter le dijo: “La posibilidad de ganar en una sola vuelta está intacta. EL CNE no está para elucubrar con tendencias…”. La cereza del pastel la puso José Serrano que criticó a Pozo con dureza por haber aceptado la irreversibilidad de la tendencia a la segunda vuelta, entonces salió con documentos y actas que demostraban el perjuicio de su candidato en el exterior.
En otras palabras denunció fraude, aunque en la mañana del martes había asegurado que el proceso fue transparente. José Serrano dijo que se encontraron actas distintas a las subidas al sistema de control del CNE en el exterior como Alemania, China, Japón Austria, Albania que perjudicaron a Moreno. Pero es en el exterior donde ellos, Alianza Pais, mantienen mayor control del sistema electoral. Pueden hacer y deshacer con los sufragios. Sucedió en Qatar, el capitán Esteban González, piloto de Boeing 777 de Qatar Airways denuncio que él y otros pilotos consignaron sus votos por Lasso en la embajada de la ciudad de Doha. Su sorpresa fue que sus votos no estaban. “Esta trafasía en Qatar se ha repetido en varios países europeos pues no había inspectores de mesa. El embajador en Qatar es el libanés, Kabalan Abisad íntimo amigo de Correa y Lenín” contó González.
Las historias de actas alteradas perjudicando al candidato de oposición son demasiadas; el hallazgo de actas en basureros y olvidados en recintos electorales como lo denunció el cuencano Julio Cabrera en el recinto Herlinda Toral o Giselle Zarlenga que denunció papeletas de doblemente marcadas.
Los audios de veedores ciudadanos y delegados de mesa se multiplicaron en redes sociales junto a fotos y videos, fue un ejército de indignados, ganaron una batalla el miércoles 22 de febrero cuando el presidente del CNE anunció que habrá segunda vuelta. Afuera del CNE de Quito una multitud en vigilia y a la intemperie entonó la primera estrofa del himno nacional.
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